Durante la inmersión, aunque sea en aguas frías, se quema energía. Esta depende de la forma física del buceador, la temperatura del agua y de las corrientes.
Antes de bucear se deben comer hidratos de carbono, como cereales, pasta integral, legumbres, verduras de hoja, yogurt natural… Si se quiere tomar un tentempié lo mejor es algún fruto seco. Estas comidas mantienen lleno el estómago más tiempo, suministrando el azúcar necesario para realizar el esfuerzo.
Algunos alimentos pueden sentar mal, como los platos muy picantes, grasos o calientes.
Así mismo no se debe tomar alcohol la noche anterior a la inmersión, ya que contribuye a la deshidratación.
Se debe recuperar la energía quemada mediante alimentos que liberen energía rápidamente, como hidratos de carbono refinados: ensaladas de pasta o arroz, patatas, fruta fresca, pan blanco…, durante la hora posterior a la salida.
Lo más importante es estar bien hidratado antes y después de la inmersión, para no perder las capacidades físicas durante la inmersión, sobretodo en aguas cálidas.
Se deben tomar al menos 2 litros de agua durante el día (si hace calor más). Esto ayuda a reducir el riesgo de calambres, fatiga y DCS.
Es importante dormir bien antes y después de la inmersión para recuperar las energías del cuerpo. El buceo requiere un gran esfuerzo y si se está fatigado se bajan las defensas.
Se debe efectuar un chequeo médico de vez en cuando, para certificar que se está perfectamente cualificado para bucear. Sobretodo si se ha sufrido algún cambio en la salud desde la anterior inmersión.
Si se ha buceado en aguas contaminadas o varios días seguidos, algunos buceadores pueden sufrir pequeñas infecciones de oído. Para evitarlo existen fluidos especiales a base de alcohol que limpian el oído, o lavarlo simplemente con agua limpias.